Cuando el corazón puede más que la cabeza

Este año tenía como reto personal hacer la Orbea Monegros, tenía fijado realizar la maratón de 117Km.

Debido a un accidente de tráfico los dos últimos meses no había podido tocar la bicicleta. La cabeza me decía que me quedase en casa, que no estaba preparado para tantos km. Empecé a valorar hacer la media maratón que «solo» son 81km, pero ni para esta distancia estaba preparado.

Finalmente decidí hacerla y dedicarsela a mi familia que tanto hemos sufrido estos meses.

Video después de recoger el dorsal

Arrancamos, el público animando te hace venirte arriba, en esos momentos te sientes como si estuvieras corriendo el tour de francia.

Para evitar los calambres y rampas cada hora iba tomando pastillas de sal para recuperar los minerales expulsados por la sudor. En mi caso uso estás, que me van realmente bien. También llevaba en la mochila unas cuantas barritas energéticas. Días antes de la carrera hay que probarlas a ver cómo le sientan a nuestro cuerpo.

Las fuerzas solo duraron 30 km, quedaban por delante más de 50 km. Mis piernas dijeron basta. Mi cabeza solo me decía que abandonase que no iba a ser capaz de llegar a meta. Pero mi corazón decía que tenía que acabar por ellos.

Para hacerlo un poco más difícil sobre el kilometro 50 pinche, por suerte pude reparar y continuar.

Los últimos 20 km se hicieron eternos, apenas podía pedalear, alternaba momentos de caminar con momentos de pedalear, y así con la fuerza que me transmitían desde casa conseguí llegar al final.